Considerados amuletos, estos objetos estaban vinculados a un mundo de ideas y creencias asociados al ciclo vital, en este caso el nacimiento y la infancia. Uno de los sectores considerados más vulnerables y por lo tanto más necesitados de cuidados y de protección eran los recién nacidos. Concepción Alarcón apunta el recelo de las madres a sacar a sus hijos por miedo a que enfermaran o a recibir el mal de ojo, que cuando lo hacían iban cubiertos de amuletos que se cosían en una fajita o en una cadena de plata atados a la cintura. En este caso además de servir de amuletos cumplían un uso primoridial, por un lado el mordedor calmaría el crecimiento de los dientes y por otro lado, los sonajeros también calmarían y entretendrían con su sonido.